LOS EXITOSOS PELLS
LOS EXITOSOS PELLS EN REVISTA GENTE
“No nos creemos el cuento de la fama y nos tomamos la vida con humor”
Ella arrasó con Lalola y hoy dirige teatro. El viene del under, tiene un grupo musical y fue el elegido de Francis Ford Coppola. Ella está de novia con un publicista francés. El vive solo, pero le gusta seducir y las mujeres lo inspiran. Los dos nacieron en “el campo”, se conocieron en la tele y son la pareja éxito de Telefé. Con ustedes... ¡Los exitosos Pells!
Son un gran engaño. Una pareja por conveniencia. Aparentan ser lo que no son. Su vida pública es una fachada construida por el medio periodístico en que trabajan. Nada es real en la ficción de Los exitosos Pells. Pero de pronto, Sol se quita el maquillaje, se cambia el vestido y los zapatos en su camarín, empapelado de recortes con imágenes de Madonna y Sarah Jessica Parker, y poco a poco aparece Carla Peterson (34, Córdoba, 6 de abril del 74, padre instructor de aviación, madre abogada, la mayor de tres hermanos). Y lo mismo sucede cuando Martín Pells se saca sus zapatillas rojas y vuelve a ser Mike Amigorena (36, Mendoza, 30 de mayo del 72, abuelo tonelero, menor de tres hermanos), enciende un pequeño habano y pide “dos copas de champagne para la hora del almuerzo” en el restaurante donde transcurre la entrevista con GENTE.
Ahora son Carla y Mike. Los que se conocieron en un casting de Montaña rusa, donde ella quedó… y él no. Los que volvieron a cruzarse en Sos mi vida. Los que dos años más tarde, haciendo por primera vez de pareja, son los grandes ganadores de la ficción diaria: Los exitosos Pells, afortunada producción de Underground, Endemol y Telefe. Ahora se olvidan de sus personajes y hablan de sus vidas reales, esas de piel, carne y hueso.
–¿Cómo se llevan con la fama y el acoso de los fans que los persiguen por todos lados?
Mike: Yo no me creo la fama: ¡a mí me tocó remarla todo el tiempo! Por lo tanto, nada me mueve el piso… Estoy muy lejos de un ataque de pánico cuando la gente me para en la calle. Crecí de a poco, y aunque el personaje de Martín Pells llegó muy rápido y pegó muy fuerte, tampoco es cierto que los fans se me tiran encima ni me acosan. Te digo más: lo que me pasa no es una sorpresa, porque me preparé mucho tiempo para estar donde estoy…
Carla: Trabajo desde hace quince años, pero en este programa me siento muy diferente. La gente no me trata como cuando hacía las malvadas Brigitte en Son amores o Constanza en Sos mi vida, es cierto. Pero desde Lalola siento un gran fanatismo del público hacia mi trabajo, y estoy muy agradecida, porque después de ese éxito tenía miedo de quedar pegada al personaje, pero llegaron los Pells… ¡y ahora, en la calle, me llaman “Señora Pells”! Es la mejor prueba de que estamos haciendo un buen programa.
–¿Esos dos personajes te tocaron por casualidad?
Carla: Sí, de rebote, reemplazando a Nancy Duplaá en Lalola y a Erica Rivas en Los exitosos Pells. (Piden otra copa de champagne y brindan por el rating que lograron la noche anterior).
–¿Cómo hacen para combinar el teatro independiente con la televisión?
Carla: No puedo comparar la tele con el teatro: me encantan las dos cosas. Ahora, en el teatro, estoy haciendo el reemplazo de la dirección de Ceremonia enamorada, y está muy bueno, y los Pells también está muy bueno. Tablas o set, pero siempre en lo mío…
Mike: Yo no hago cosas que no me gustan, ni trabajos donde no me sienta cómodo. Fui modelo, hice promociones… pero siempre busqué la vuelta para pasarla bien. Ahora canto, bailo y actúo con el grupo Ambulancia… ¿Sabés qué es lo bueno del teatro? Que te espera. La tele, en cambio, no. Y eso es malo para mí, porque soy un actor lento. En la ficción, y también en la vida… Me suelto de a poco. Es el único método que conozco para ser auténtico y mostrar lo mío.
–En los Pells nadie es lo que dice ser. Las apariencias engañan. Sin engañarme... ¿qué opinan de su coequiper?
Carla: ¡Soy la gran fan de Mike! Me encanta y lo admiro. Además, todo lo que hizo en el último tiempo fue puro crecimiento. Verlo actuar es un placer...
Mike: A mí también me encanta trabajar con ella. Hablamos el mismo idioma y nos entendemos con las miradas. Es más: nos potenciamos mutuamente. Carla me respalda, me relaja, me ayuda a crear con libertad.
–Sus personajes son grandes simuladores. ¿Alguna vez tuvieron que fingir en sus vidas reales?
Mike: Sí, soy humano, y tuve que simular muchas veces, como cualquiera. Por eso, cada tanto necesito aislarme: es la única manera de estar en armonía conmigo. Pero entre nosotros dos no simulamos: nos llevamos bien, auténticamente bien, y tenemos los mismos códigos.
Carla: Sí, yo también simulo a veces para cuidar mi intimidad, y lo hago con el humor, que es un arma formidable para preservar mi mundo privado.
–Martín y Sol, sus personajes, llevan una doble vida. ¿Alguna vez tuvieron una vida así?
Mike: No, yo no podría sostenerla. Cuando era más joven salí con dos chicas al mismo tiempo, pero no pude mantener el engaño. Fue muy desgastante y no me sirvió.
Carla: ¿Doble vida? Nooo… Hay días en que me cuesta vivir una: la mía. En la ficción podemos ser grandes simuladores... Pero, ¿llevar una doble vida en la realidad?… ¡Jamás!
–¿Cuando no trabajan siguen cuidando con tanto empeño su imagen exterior?
Carla: No… Yo trato de descansar y me visto de cualquier manera. Me cuido lo justo, porque trabajo con mi cuerpo y me gusta verme linda, pero como no paro en todo el día, no tengo tiempo para grandes shows estéticos. Cuando no trabajo… ¡no quiero hacer nada, ni atender el teléfono! Los fines de semana me cuesta ir al cine y pasarme dos horas mirando una película.
Mike: Además, si salís, tenés que prepararte para simular. Por ejemplo, no puedo salir con pollera, como aparezco en la obra Ambulancia. Soy tan vago que no me gusta ni cocinar… Cuando no trabajo, duermo, engordo y vivo a cara lavada. Soy disciplinado con las cosas importantes de la vida, pero me doy todos los gustos…
–En Los exitosos Pells están acostumbrados a dar primicias. ¿Me podría dar una cada uno?
Carla: La verdad, con tanto trabajo, no tengo tiempo ni ganas de dar primicias. Pero más que eso, voy a cometer una indiscreción…
–Tatán tatán… ¡Pronto, por favor!
Carla: ¡Mike está embarazado!
Mike: ¡Y Carla es el padre!
–En la ficción los siguen los paparazzi. ¿Qué podrían descubrir si los siguieran en la vida real?
Mike: Que me meto los dedos en la nariz.
Carla: Que no siempre soy tan elegante. Me pregunto por qué me sacan fotos llevando bolsas de supermercado por mi barrio… A Mike, en cambio, pueden pescarlo usando pollera.
Mike: Sí. Y en verano… ¡tanga de leopardo! En mi obra de teatro uso pollera porque me parece elegante, cómoda y fresca.
–Juguemos a las definiciones. ¿Cómo es tu alma?
Mike: Fluctuante y pura, porque nací en el campo. Pero está intoxicada con el barro de la ciudad. Sin embargo, soy como la garza, que se mete en el barro pero no ensucia su plumaje. Vivo en Almagro, un barrio tranquilo, lejos del ruido de los paparazzi. No me gusta que se metan con mi vida íntima. Los ruidos me histerizan: es un gran defecto, pero no puedo evitarlo. Soy obsesivo con los pequeños detalles... ¡Hasta me fijo en la caída del papel higiénico!
Carla: Yo soy un pavo real, una alondra, pero no me preguntes por qué… (se ríe). Coincido mucho con Mike respecto del campo, porque nací en Córdoba y viví en Salta. Me crié, crecí y me formé con otros valores. Vivo en Palermo desde que era puro barrio, no una moda. No cambié en nada. Mi peor defecto: tratar de hacer espacio, y ordenar. Quiero ser minimalista, pero soy demasiado recargada.
–Si tuvieran que convivir, ¿quién se encargaría de las tareas hogareñas?
Mike: Una señora, porque soy un gran comodón.
Carla: A mí tampoco me gusta hacer nada, pero sí cocinar. Muchas veces nos reunimos a comer en casa y preparo una colita de cuadril con papas, receta de un libro italiano. Ah... También hicimos paellas y risottos…
–Cuando llegan a casa, ¿con quién se encuentran?
Carla: Con Julián. Estoy saliendo con él hace un año y cinco meses. Es francés, encantador, y trabaja en publicidad. Pero si querés saber más, hablá con su jefa de prensa, porque él es súper low profile…
Mike: Yo vivo conmigo, porque compartir mi vida es muy difícil. Tengo poca paciencia. Pero me aguanto, porque con mi vida firmé contrato… de por vida.
–¿Qué cosas cambiarían?
Los dos: Nada, nada y… ¡nada!
Por Pablo Procopio. Fotos: Christian Beliera
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